Decidimos ir allí una tarde de lluvia, de esas en las que no se le ocurre a nadie salir a hacer turismo, con lo cual las calles estaban desiertas y aunque la gente no era un obstáculo a la hora de hacer fotografías, si lo era la lluvia y la ventisca, que al principio era llevadera, pero poco a poco fue aumentando hasta el punto de hacerse imposible llevar el paraguas abierto sin que se diera la vuelta y a la vez manejar la cámara.
En fin, se hizo lo que se pudo, y aquí os dejo una muestra de algunas fotografías que pude tomar de este pueblo de Guadalajara, lleno de encanto, como otros muchos de la provincia.
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