En mi segundo viaje por Alemania, he podido ver todo de forma diferente, con sol y más horas de luz, cosa que la primera vez fue más difícil, al ser noviembre, con frío y con mucha niebla.
El primer día, cuando llegué, el clima era fresco, pero al día siguiente el calor fue en aumento según iban pasando las horas, hasta rondar los 30 grados, cosa bastante rara allí y para desgracia mía, ya que tolero más bien poco el calor y esos días pensé que tendría un respiro, ya que en Madrid apretaba con ganas, pero nada de nada. Después de venirme, he sabido que volvió ese fresco habitual por allí que yo buscaba y no encontré.
Que mejor manera para refrescarse que sentarse en un típico y maravilloso biergarten de los que hay por allí, con sus largos bancos y mesas de madera, al aire libre, donde se puede saborear una cerveza alemana, y si es la hora de comer, acompañada de una rica comida.
Vistas desde el biergarten donde comimos, en Regensburg |
Uno de los días, nos encontramos con una especie de fiesta al aire libre, donde la gente comía y bebía y los músicos tocaban, mientras los camareros iban y venían cargados de platos y cervezas gigantes.
Cambiando de tema, otra cosa que me resultó curiosa de los transportes públicos, es la libertad que tienen de viajar con perros en cualquiera de ellos. Y un consejo que os doy, es que no intentéis colaros, ya que lo tienen bastante controlado. Fui testigo en varias ocasiones de cómo entraban los revisores en los autobuses y te cerraban las puertas para que nadie pudiera escaparse sin haber pagado su ticket correspondiente, poniendo multa a quien no lo hubiera hecho. En los trenes siempre pasaron los revisores.
Otro medio muy habitual para moverse por allí, es la bicicleta. Las encuentras circulando por todos los sitios, incluso con una especie de remolques donde llevan a los niños. Los carriles-bici están presentes por todas partes y aunque vayan por carretera o entre los coches de las ciudades, las respetan bastante.
Es uno de los medios de transporte más utilizado para ir a la universidad. En este caso estoy hablando de la de Regensburg, con un campus que es una auténtica zona verde.
Uno de tantos aparcamientos de bicicletas |
Campus de la Universidad de Regensburg |
Otra cosa que me llamó mucho la atención, fue encontrar esta máquina dentro de una iglesia de Nuremberg, con música religiosa sonando a todo trapo.
Y para cerrar este post, os puedo decir que la famosa leyenda de que si tocas el león de Odeonplatz de Múnich vuelves, a mí me funcionó porque he vuelto.
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